Culo inquieto

Ya han pasado dos años desde que llegamos a California tras un paréntesis de otro año viviendo y trabajando en Madrid. El blog sigue su curso, esta vez más centrado en este "life'changing event" que nos está pasando. Y como siempre (o casi)el blog sigue llegando...¡¡¡EN ESPAÑOL!!! Sumamos y seguimos, y añadimos un nuevo miembro a nuestra familia: Sarita Do-Fernández.

sábado, 3 de mayo de 2008

morriÑa

Las fiestas del 2 de mayo, o quizá el olor a café del desyuno de Vinh, o simplemente el hecho de que "ya tocaba" me hacen amanecer y rastrear google images, buscando fotos de Madrid. De cualquier lugar. De noticias. Hoy necesito saber que Madrid sigue allí, que la puedo ver con un click, con el pasar de una página de mi álbum, y lo más importante: necesito que Madrid sepa que me acuerdo de ella, que la busco y la añoro, y que las lagrimillas que se me escapan son sanas; sanas, buenas, y hasta necesarias añadiría yo. Esas lagrimillas pese a los 7 años que las lloro me demuestran que quedan ganas de volver, muchas ganas. Las lagrimillas son lan la únicca evidencia física de mi morriña.
Enrique Rodríguez Alvarez relata lo que significa la morriña. Él habla de lo que ella significa en especial para los gallegos aun siendo un sentimiento universal en todos los seres humanos. Pero yo he de acuñar sus palabras y transfigurar algunas de ellas en cierta medida para afirmar que a los madrileños también nos pasa la morriña. Así queda explicado:

La morriña de aquel que un día ---sin desearlo---dejó atrás su mujer y sus hijos, su casa en la aldea, su amada y verde campiña, y emprende viaje hacia tierras desconocidas y no pocas veces ingratas, donde permanece lejos de todo lo que ama, donde los años transcurren en silencio cómplice con la tristeza...esa morriña llega a convertirse en un sentimiento que desgarra el alma. Morriña del emigrante que lloró la muerte de sus padres sin volverles a ver... y quizás, acolitado por esa misma morriña, también le llegó la muerte sin volver a ver su tierra. Como esa morriña no hay otra igual y hay que ser emigrante para comprenderla a fondo.


Así pasan los años, ya muertos nuestros padres, nos llega el momento en que nos liberamos de todo lo que nos ata en el entorno del día a día y entonces, llegamos a nuestra ciudad por primera vez. Llevábamos, como equipaje del alma el "álbum de recuerdos" que hicimos desde pequeño... en la garganta un nudo de profunda emoción...y una lágrima delatora empaña nuestra mirada ansiosa. (...) y reconozco todos los lugares que guardaba en la lembranza de mi memoria. Emocionarme hasta lo mas profundo de mi ser con el abrazo apretado y salpicado de lágrimas de esa familia (...) Es entonces cuando recibimos, lo que he dado en llamar, el bautizo con Auga Meiga, agua nacida de las lágrimas que no se pueden contener. Desde ese día hasta el último de nuestra existencia, viviremos la eterna morriña por volver a ésa nuestra tierra que nos embrujó robándonos el alma. Porque Madrid vivió siempre, sigue viviendo y vivirá por siempre en nosotros... porque somos de madrileños.

Para leer el artículo oríginal, podéis acudir a este enlace .