Ayer fue un día de despedidas, de "hasta luegos" o "hasta nuncas". Ayer vacié mi armario y desterré la mayoría de mi ropa. Condené al exilio a pantalones, faldas, vestidos, tops, chaquetas y camisas. Quizá dentro de un año y con suerte me pueda poner algo de aquello que ahora descansa en 4 contenedores de plástico. Quizá no vuelva a caber en ridículos y estrechos vaqueros que tanto veneraba yo antes. Sea como sea, el armario quedó vacío durante breves instantes, pero ahora vuelve a estar lleno, lleno no sólo de ilusión, sino también de ropitas, y cremitas, y baberitos, sonajeritos y hasta patuquitos... (ahora, todo es "
ito"). Y no ha sido triste, ni me ha costado. Me ha encantado hacerlo. Creo que poco a poco voy siendo eso que aquí llaman el "
nesting urge", de prepararlo todo para la llegada de Sara, de cuidar hasta el último detalle para que todo esté rozando la perfección, aunque en el fondo, sé que nunca estará todo listo ni nada será perfecto. Nada lo será, excepto Sara.
3 Comments:
Jajaja, me ha hecho gracia el "hasta nunca" porque, es cierto, yo hay ropa que no he podido volver a poner. Bueno, lo miro por el lado positivo, ¡me compro nueva y ya está!
Quise decir ropa que no ME he podido volver a poner.
Bueno, pues menos mal que te tengo aquí para poner las cosas en perspectiva. Pensemos en la ropa que me compraré... aunque estando un año en casa cuidando del bebé y sin trabajar no va a dejar la economía como para tirar cohetes ni como para renovar el vestuario.
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