Culo inquieto

Ya han pasado dos años desde que llegamos a California tras un paréntesis de otro año viviendo y trabajando en Madrid. El blog sigue su curso, esta vez más centrado en este "life'changing event" que nos está pasando. Y como siempre (o casi)el blog sigue llegando...¡¡¡EN ESPAÑOL!!! Sumamos y seguimos, y añadimos un nuevo miembro a nuestra familia: Sarita Do-Fernández.

sábado, 17 de mayo de 2008

Ozú, qué caló


Esta semana, San José nos ha castigado con las inclemencias de su tiempo. Termómetros que han rozado los 40 grados (centígrados, se entiende) nos han hecho huir al maldito mall, que odio, pero que me ha salvado la vida. El mercurio también nos ha hecho deleitarnos con batidos y smoothies que a Sarita también le han debido gustar, porque tiene una buena fiesta liada ahí adentro.

Con el calor o sin él, Sarita sigue siendo la protagonista de estos días. El primer evento del cual fue centro de atención sin ella saberlo, fue la baby shower que mis amigas Maite y Dori organizaron con gran cariño para que no le falte de nada al nacer. No sé si vendrá con un pan debajo del brazo o no, pero ropitas y cachibaches diversos, seguro que no le van a faltar. Aparte de todos los regalos que nos hicieron, la baby shower fue un buen momento para reunirme con un montón de amigas, a algunas de las cuales hacía siglos que no veía y para divertirnos. Hubo juegos, comida y regalos. Jamás olvidaré ese día. Aquí os pongo un enlace al blog de Maite, así como a las fotos e incluso vídeos de los juegos.

Sarita también nos ha hecho ir al médico esta semana. Cita rutinaria. Todo marcha bien. Pero todo marcha demasiado rápido. Ya "sólo" me quedan 11 semanas de llevarla cual canguro, y me da pena por un lado, miedo por otro... Por si acaso la cosa se adelanta, ya he hecho mi mini-maleta para el hospital. Y hablando de hospitales, también hemos elegido dónde daremos a luz (lo de daremos es plural de modestia, que se dice, porque la de los empujones seré yo solita).

El calor, por último, me hace sentirme fuera de sitio. Exceptuando el verano de 2003, cuando me casé, no he pasado nunca un verano fuera de Madrid. Siento que no debería estar aquí, una extraña y falsa sensación de que dentro de poco estaré en un avión, y que dentro de poquito más me estaré tomando unas tapas tan feliz sentada en la plaza de Los Belgas o de Los Arroyos. Nada más lejos de la realidad. Con el calor viene un verano de lo más atípico, más de lo que me puedo imaginar, eso seguro. Pero un verano que no cambiaría por nada en el mundo.