
Buenos días, Madrid. Tú ya te levantas. Te frotas los ojos de sueño, de humo de coches, de olor a aire rancio del metro y de aire de los primeros días de primavera, con su polen flotando a ras de suelo, mientras pies inquietos y apresurados se dirigen hasta tus recodos. Pies enérgicos, resignados, que te patean, te recorren, te saben, te quieren, y te odian.
Mis pies cansados, mis manos ávidas de ti, me llevan a la cama, y te dicen: "buenas noches, Madrid", desde la otra punta, 9 horas menos aquí que allí. Esta noche te soñaré.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home