Laia, la pequeña Laia.
Así con sus pinreles al aire o con su vestido a lo Lola Flores vemos cómo sigue creciendo la pequeña Laia. Ojalá hubiera alguna pócima para poder impedir que crecieran, para que se nos quedaran peques siempres, y sobre todo, para que los que estamos tan lejos, no nos perdiéramos ni un ápice de los cambios por los que pasan. Desafortunadamente para nosotros, y por fortuna para ellos, los días pasan, nuevas experiencias se acumulan, un cachito de inocencia se les cae por el camino junto con algún diente de leche y ellos van cambiando, mientras nosotros nos hacemos simplemente más viejos.
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