Ya llegó...
Para no ser la típica mami tostón que llena los emails y el blog de fotos sin fin, aquí dejo e enace del álbum electrónio con todas las que por el momento hemos hecho, y en esta entrada un breve aperitivo de mis 3 fotos favoritas:
Ya han pasado dos años desde que llegamos a California tras un paréntesis de otro año viviendo y trabajando en Madrid. El blog sigue su curso, esta vez más centrado en este "life'changing event" que nos está pasando. Y como siempre (o casi)el blog sigue llegando...¡¡¡EN ESPAÑOL!!! Sumamos y seguimos, y añadimos un nuevo miembro a nuestra familia: Sarita Do-Fernández.

La fecha en la que conoceremos a Sara se va aproximando a ritmo vertiginoso. El momento en que ese día llegue, se terminó mi relación de exclusividad con mi niña. Ahora sólo yo tengo el provilegio de sentir cada movimiento que hace, cada hipo, cada patada, cada bofetón que me da con sus mini-manos, sus mini-codos y sus mini-pies. Sólo yo me levanto, me ducho, me acuesto y nado con ella. Sólo yo y mis sonidos le somos familiares. Cuando Sara abandone la "nave nodriza" todo el mundo la verá, la sentirá, la escuchará, la mimará. Se acabó mi Sarita sólo para mí. Tendré que compartirla con toda la gente que ya la quiere.

Si el otro día hablaba de "espera", hoy tengo que hablar de su prima "esperanza". Y es que yo no sé si caduca, si se va y luego puede regresar, o si se marcha para nunca volver. No debería ser esto último. Estamos hablando de "esperanza", y bien es sabido que es lo último que se pierde. Pero claro, al mismo tiempo, cuando todo el mundo a mi alrededor parece no tener mucha, me pregunto si yo tengo esperanza en demasía, o si soy una pobre infeliz e ilusa alma cándida que se niega a ver lo que los demás señalan y apuntan como algo concreto. Vinh y mis padres parecen haberla perdido, y no sé si en sus casos volverá. Yo me niego a perderla. La guardaré en una cajita, al lado de mi almohada, por la que pasan los sueños. La esperanza de volver, aunque no sepa ni cuándo ni como. Si pierdo esa esperanza, creo que lo perderé todo. Me da un poco lo mismo si otros lo ven como un engaño o como un mecanismo de supervivencia, porque sea lo que sea, lo necesito para seguir. Que mis padres y Vinh la hayan perdido no significa que yo también lo tenga que hacer. No todavía. No así.
Creo que todos nosotros siempre estamos esperando en la vida: esperando eventos, esperando a gente, esperando en general. Y aunque el dicho afirma que el que espera, desespera, y ese no es mi caso, sí es cierto que tanta espera empieza a ponerme nerviosa, pese a estar de vacaciones y muy relajada de no ser por el devenir de los minutos. Esperamos a Conchi. Apenas 20 días para recogerla en el aeropuerto. Esperamos que la ecografía del día 9 de julio corrobore que el alien está cabeza abajo. Esperamos a Sara, cómo no. Hemos estado esperando ya 36 semanas, y ahora que supuestamente sólo quedan 4 semanas, la espera se nota más que nunca. Esperamos que esté perfectamente bien. Espero que mi padre no se ponga demasiado nervioso ni ansioso, o que lo sobrelleve bien. Espero noticias de los amigos que se fueron a España. Espero a los que regresan poquito a poco en estos meses de verano. Espero que la navidad llegue pronto. Espero poder seguir escribiendo en el blog. Espero tener tiempo para Vinh. Espero hacerlo bien como mamá. Espero tener inquietudes más allá de la maternidad, y espero seguir esperando cosas, muchas cosas de la vida.