Lo que cupo en esta larga semana
Ya han pasado dos años desde que llegamos a California tras un paréntesis de otro año viviendo y trabajando en Madrid. El blog sigue su curso, esta vez más centrado en este "life'changing event" que nos está pasando. Y como siempre (o casi)el blog sigue llegando...¡¡¡EN ESPAÑOL!!! Sumamos y seguimos, y añadimos un nuevo miembro a nuestra familia: Sarita Do-Fernández.
...somos todos, y a veces unos más que otros, o al menos da esa impresión. Hoy hemos recibido en forma de carta la desagradable sorpresa de que... debemos $6,100 al Tío Sam, $3,300 en impuestos federales y la diferencia en concepto de impuestos estatales. Trato de consolarme pensando que es justo, ya que el pasado mes de junio cobramos 3 sueldos cada uno, y 2 en agosto. Imagino en qué clase de cosas tan necesarias se invertirán nuestros centavos. Pero no hallo consuelo alguno. Me dan ganas de gritar, de no pagar y arriesgarme de que me lleven a Alcatraz por evasión de pago de impuestos, como Al Capone. Pero resignada, saco la chequera, esa tan mona de Garfield que ya ni me parece mona ni nada. Saco el bolígrafo y hago dos garabatos en sendos cheques, con la esperanza de que para el próximo año, Sarita desgrabe y la universidad de Vinh también lo haga.
Antes de mí tú no eras tú,
Mal presagio fue lo de llamar a este blog "culo inquieto", o llamármelo a mí misma, porque se cumple el refrán de que "de tal palo, tal astilla". Sara no para quieta ni un momento. Se mueve, y aunque no sé exactamente qué hace, lo que hace lo hace a conciencia. A veces parece que está al borde de la tripa y que va a sacar un pie o una mano por el ombligo. En esos momentos Vinh puede sentirla. Otras veces está tan adentro que sólo yo puedo hacerlo. Me encanta. Es una sensación tan rara... Todavía me pilla desprevenida, pero ya no me asusta. Me asustan otras cosas que me pasan, como los picores que tengo en la tripa, o la falta de memoria acusada. Me asusta que cada vez duermo peor y estoy más incómoda. Y me asustan las canas que se multiplican por días. Pero los saltos de Sara no asustan. Sus saltos molan mogollón.
Aquí está el corazón de Sara latiendo a toda pastilla y poniéndoselo difícil a la doctora lo de poder seguirlo (y es que Sara se mueve más que los precios).

Hoy hemos cambiado la hora para ahorrar energía, y por un par de semanas viviré con la ilsuión de que sólo me separan 8 horas de España. Al cambio de hora le ha seguido un precioso día primaveral, casi casi veraniego. Vinh, su hermano mayor Hoang y yo nos hemos ido dando un paseíto desde casa hasta un restaurante cubano que hay en Downtown San José, a sabiendas de que no sólo la comida está riquísima y de que las camareras me recuerdan a mi tía Emili, sino que además, tienen un hermoso patio donde poder disfrutar de un ambiente de terraza similar al de España. El caso es que después de comer hemos vuelto a casa, pero hacía tanto sol aún que nos daba reparo quedarnos ahí metidicos. Así que Vinh se ha lanzado a las calles en busca de parques donde llevar a Sara en el futuro, y yo le he seguido con mis zapatos Camper naranja nuevos. Hemos llegado a la rosaleda y allí nos hemos desplomado en el césped mientras charlábamos (hay que ver lo que hablamos Vinh y yo). Hemos visualizado tardes corriendo con nuestra niña, picnics con Conchi este verano... y hemos visto a muchísimos niños con sus familias. Caray, no sé si es atención selectiva o qué, pero últimamente vemos niños y embarazadas por todas partes, como si fuera poco menos que una plaga. Y así, como perros sabuesos en busca de pistas, nosotros hemos olisqueado, nos hemos tumbado, hemos abrazado los últimos rayos del sol de este 9 de marzo que esperemos sea la antesala de una primavera que no se hace esperar más.
Presuntos Implicados - De Puntillas - Álbum: Ser de Agua
"Si no votas, cállate", dicen algunos demócratas. "La democracia es más fuerte si los ciudadanos acudimos a votar", dice Zapatero. A mí me hace mucha gracia, porque parece que parte de los ciudadanos que estamos repartidos por el extranjero no contamos mucho y no podemos votar, y esto parece no importarle a nadie.
Otra gran invención americana, (americana que yo sepa): el "scrapbooking", que aunque a primera vista es "llenar un libro de recortes y restos", supone mucho más que eso. A mí siempre me han encantado las fotos: hacerlas, verlas, retocarlas en el ordenador, enmarcarlas... y las cosas monas en general. Pues bien, hace ya unos años descubrí que ambos conceptos, lo mono y la fotografía, se pueden combinar. La imagen que ilustra esta entrada puede arrojar un poco de luz a mi explicación, y es que este es tan sólo un ejemplo de las cosas que se pueden hacer con esta práctica. Yo comencé en España haciendo mi álbum de boda, donde es mucho más difícil e impráctico (por no hablar de lo caro) reunir todos los materiales necesarios para este tipo de álbumes, o por lo menos para uno medianamente decente. Suplí la falta de estas cosas con papeles pintados que resaltaran las fotos y recortes auténticos de tarjeta de felicitación, el menú del restaurante, textos de la ceremonia... Continué en Hayward haciendo un álbum dedicado a los perros y a los gatos que han pasado por mi vida que podéis ver haciendo click aquí. Combiné sus fotos y diferentes apliques, pegaitnas, decoracions, lazos, botones y demás cosas que compré, todas ellas girando en torno a la temática de los animales. Fue mucho más fácil, ya que al lado de casa había una tienda donde venden toda suerte de materiales diseñados única y exclusivamente para este hobby. Ahora en San José estoy haciendo dos simultáneamente: uno sobre el embarazo (haz click aquí) y otro sobre mi familia (aquí). He elegido los papeles de fondo más chulos posibles, y toda la demás parafernalia para acentúar estos recuerdos que son, para mí preciosos. Espero que Sarita lo herede y le sirva de memento, y que estos álbumes trasluzcan horas de trabajo, y que ella sepa comprender lo importantes que han sido las bodas, los perros y los gatos, el embarazo, las familias y demás cosas que recoja en vida en estos álbumes mágicos que intento describiros hoy aquí.
Aquí en América, como no podía ser de otra manera por ser la sociedad reina del consumo en el mundo, hacen una cosa muy práctica: un baby registry, que viene siendo poco más o menos lo mismo que las listas de boda de El Corte Inglés en España. Es tan fácil y cómodo que lo puedes hacer desde casa a través del ordenador: miras páginas tales como las de BabiesRUs, les das tus datos y te pones a comprar, pero sin comprar: creas una lista de cosas que te gustaría recibir cuando tu niño/a nace. Los amigos pueden ir a la tienda a comprar o hacerlo también cómodamente desde sus casas. El caso es que llegado el día, esos mismos amigos te hacen una fiesta, a la que llaman "baby shower". No se dedica uno a darle una ducha al niño, aunque el nombre de la celebración puerda sugerirlo, sino que se trata de una "quedada" en la que las participantes (normalmente mujeres) participan en distintos juegos que giran en torno a la maternidad y en la que la homenajeada y su retoño reciben regalos y más regalos. La verdad es que una vez que uno escarba un poquito y empieza a averiguar todo lo que se necesita (o las tiendas se empeñan en hacenos creer que se necesita), y todo lo que eso cuesta, se siente aliviado de tener al bebé en este país de hermosas costumbres que sirven para paliar los costes y que encima lo hacen de una manera tan amena como es una fiesta con amigas.
Por las noches, en el 228 North 6th Street de San José, la familia Do-Fernández ha empezado una nueva serie de juegos nocturnos. No cerréis los ojos, que esta entrada del blog puede leerse sin ruborizarse uno. Se trata de "adivina dónde está Sara". Primero hay que asegurarse de que en la habitación todo está en silencio y no hace frío. Después, mami se tumba en la cama y empieza a acariciarse la tripa de un lado a otro. Papá pega la boquita a la tripa y llama a Sara. Y luego empezamos los dos a presionar muy levemente en un lado y en otro. Vinh pone su mano de gigante en mi tripa. Casi la cubre toda. Nos quedamos los dos muy quietos y en silencio. Sólo se escucha a través de la puerta el cascabel de Neo rondando por alguna parte del salón. De repente, Sara comienza a jugar. Empieza a dar golpecitos, muy flojitos, tanto que a veces nos preguntamos si son gases que viajan de un sitio a otro. Decidimos que no, no puede ser. No tan abajo, no tan en la superficie. Y entre contentos y asustados, repetimos la faena: caricias, palabras, golpecitos, y a esperar a ver qué pasa. A veces Sara viaja de un lado para otro, o quizá es sólo que primero contesta con los pies, y luego lo hace con las manos en otro sitio. Me hace preguntarme cómo son de grandes sus pies, si toda ella mide 5 pulgadas y media. ¿Serán como un dedal cada uno? ¿Y sus manos? ¿Y sus uñas? ¿Y su ombliguito? ¿Qué pensará? ¿Piensa? Y así, sobrecogidos por la experiencia, con montones de preguntas que nunca encuentran contestación y cansados los tres, nos damos media vuelta, apagamos la luz y soñamos: nosotros con Sara, e igual Sara sueña con sus papás.