Sarita es un culo inquieto
Y aquí está el vídeo, por fin...
Ya han pasado dos años desde que llegamos a California tras un paréntesis de otro año viviendo y trabajando en Madrid. El blog sigue su curso, esta vez más centrado en este "life'changing event" que nos está pasando. Y como siempre (o casi)el blog sigue llegando...¡¡¡EN ESPAÑOL!!! Sumamos y seguimos, y añadimos un nuevo miembro a nuestra familia: Sarita Do-Fernández.
Qué bien nos lo hemos pasado durante la eco. Ha empezado bien, con el gel de la tripa calentito, no frío. Y luego ha seguido regular, porque Vinh decía "Wow!" y yo en cambio no veía nada. Después ha vuelto a ponerse emocionante: le hemos visto el piececillo, y tras eso, todo lo demás: el muslo, el fémur, la cabeza, los ojos (bueno, las órbitas), las costillas, la columna, el cerebro y el corazón latiendo. Pero lo que más nos ha emocionado ha sido ver cómo se movía: lo hacía mucho, espasmódicamente, saludando, dando patadas, girándose... eso sí, todo para no descruzar las piernas. Es muy señorita Sara: tan peque y ya anda cruzando las piernecillas. A pesar de las dificultades, la doctora, que sólo se dedica a esto, ha dicho que es niña, que se veían 3 rayitas, y eso parece ser prueba irrefutable de que es niña. Yo por más que me miro, no encuentro 3 rayitas en mi fisionomía. ¿Tanto cambian las nuevas generaciones que ahora las niñas vienen con rayitas?

Sara o Sergio. Sergio o Sara. Este jueves Vinh y yo esperamos salir de dudas. A las 2:30 de California (11:30 en España) tenemos que acudir a una nueva cita para que nos digan qué o quién se está aposentando tan plácidamente en mi nervio ciático. Con la confirmación nos darán alas para estrenar el sueldo comprando toda la ropa habida y por haber en Old Navy y con suerte y si Vinh me deja, algo de Babies´R´Us. Pero sobre todo, si se confirma que o Sara o Sergio están oprimiéndome la vejiga y llevándome cada hora al baño, el sueño se hará más real. Podré imaginar escenas de futuro, en el parque, en la playa, en el Golden Gate, con los abuelos, con la prima Laia y las tías de España... podré cantarle nanas e imaginar una sonrisa de niño o de niña. Sea lo que sea, sé que no estaré decepcionada, y que durante lo que dure la noticia, seré la mamá más feliz del mundo. Por el momento, creo que soy la que más se mea del mundo, así que, llegados a este punto creo que me despido y me voy a todo correr a hacer un pis... si llego, en el baño.
Estrés. Afecta a quiénes somos. Afecta a cómo el sistema nervioso reacciona ante estímulos que percibe como amenazas, malgastando energía y adrenalina, haciendo que el corazón lata más rápido, que la tensión suba y cambie el nivel de glucosa en sangre. Afecta a los músculos, que se tensan y contraen. Afecta al sistema respiratorio, que hace que nos hiperventilemos, que nos den hasta ataques de pánico. Afecta al sistema cardiovascular, propiciando que el corazón se contragia más de lo necesario, y llegando en última instancia y tras muchas repetciones, al ataque. Afecta al sistema endocrino, haciendo que el cuerpo produzca epinefrina, o la hormona del estrés, lo que hace al hígado producir más glucosa para poder responder con energía a situaciones de emergencia. Afecta al sistema digestivo, con dolores, náuseas, vómitos, ácido... Todo esto a causa de ¿qué? Sea lo que sea, ¿merece la pena que le hagamos esto a nuestro cuerpo? A veces hay que parar y decir "basta". A veces hay que sentar las prioridades que se nos pierden en alguna parte entre la casa, el supermercado, el trabajo y las responsabilidades varias.
Vinh cumple 33 añazos, o bueno, según sus padres y otros tantos adeptos de su misma filosofía oriental que tanto me fascina a veces, Vinh cumple 34, porque la edad se empieza a contar desde el momento de la concepción. Para mí esto es demasiado gráfico o específico, siempre acordarse en el cumpleaños de uno de que los padres, para llegar a ser padres y estar tú celebrando tu cumpleaños, tuvieron que manterner relaciones. Pero bueno, dejémoslo en que Vinh cumple un año más. Es el... ¿séptimo? Sí, creo que es el séptimo que celebramos juntos. Este año no parece que mi maridito quiera hacer nada especial, ni fiesta, ni juntadita con amigos... yo casi que lo agradddezco, porque últimamente me sienot de lo más casera, y sólo me apetece apacharringarme con él en el sofá, o en el cine (aunque ahora nuestro salón son la pedazo de tele se asemeja mucho al cine). Me apetece darle los regalos, ver la cara que pone cuando los abra, comprar un bizcocho tres leches y plantarle una vela bien grande encima... y me apetece pensar en la cantidad de cumpleaños que nos quedan por pasar juntos en esta vida de culos inquietos que nos empeñado en vivir.
El euribor subió hace ya tiempo. A decir verdad, no sé si lo ha dejado de hacer en algún momento. Vinh y yo vivimos estos pasados 6 meses en la más absoluta felicidad porque como nuestro interés no lo revisaban hasta febrero, nada subió (y por supuesto, tampoco bajó). Hoy en el coche después de que Vinh viniera a buscarme al cole me dio la mala noticia de que ahora pagamos la friolera de 1,316 euros al mes, o 218,456 pesetas, que impresiona más, si cabe. Uno podría esperar una reflexión, un balance, una protesta por mi parte. No puedo hacer ninguna de esas tres cosas, porque me he quedado sin palabras. Solo puedo hacer mención del hecho. Por suerte, hay un chico que, en su blog, cuenta sus aventuras y desventuras hipotecarias mucho mejor de lo que yo puedo articular ninguna reflexión ahora mismo. Lo único que puedo hacer por el momento es preguntarme a cuánto ascenderá la cuantía a pagar cada mes dentro de unas 6 revisiones más (las que nos caerán en los próximos 3 años), y si aun seguiré creyendo a quienes me decían que no es lo mismo pagar esas cantidades ahora que dentro de X tiempo. No sólo creo que no será lo mismo, sino que con lo poco que suben los sueldos, puede llegar a ser insufrible. Y es que es un horror, como le decía Tristón a Leoncio el Leon. Es un auténtico horror que la única forma que tengamos Vinh y yo de permitirnos esa hipoteca sea mediante el alquiler de un piso que compramos en España, en el que no vivimos, y que costeamos con los dólares que ahorramos trabajando en EEUU, donde por supuesto, vivimos de alquiler.
Esta noche pasada soñé que no tenía tripa. Supongo que puede haber sido autosugestión, ya que antes de irme a la cama, cuando me estaba quitando los zapatos, sentí cómo me costaba doblarme y cómo me faltaba el resuello. Puede que influyera el hecho de que al mirarme en el espejo (rutina que sigo a pies juntillas todas las noches y todas las mañanas) viera cómo mis costillas ya no están donde estaban, o si están, no se ven. A lo mejor el sueño tiene que ver con que ya no me encuentre cómoda casi en ninguna postura en la cama. El caso es que me he despertado soñando aún que no estaba embarazada, y al llevarme la mano a la tripa y ver lo redondo de ella no me he horrorizado, sino todo lo contrario: me han invadido la felicidad y la calma más absolutas: Sara no me ha abandonado, sino que ha pasado toda la noche a mi lado. Así estoy últimamente: más redonda y más feliz.
Pum-pum, pum-pum, pum-pum. Latía incansable el corazón de nuestro hijo (¡qué fuerte, nuestro hijo!) al vertiginoso ritmo de 150 pulsaciones por minuto. Un latido fuerte y robusto nos tiene embelesados. El pasado viernes Vinh y yo asistimos a lo que por ahora ha sido la prueba más fehaciente de que no estamos solos, de que en cierto modo, ya somos padres. Ese sonido me sigue desde entonces día y noche. Lo escucho en youtube, y me fascina, me sigue fascinando después de haberlo escuchado innumerables veces. Apenas puedo esperar al siguiente ultrasonido, que no vendrá hasta el día 28 de febrero. El terecero, y esperemos que definitivo para saber si tendremos una niña o un niño.
¡Chuc Mung Nam Moi! ¡Gung Hay Fat Choy! ¡Feliz Año Nuevo! Llega el año nuevo chino, y yo con estos pelos. Y nunca mejor dicho, porque ni me lo he cortado (el pelo), ni he limpiado la casa, ni he hecho nada de lo que dictan las tradiciones. Pero lo celebraré con mis niños en el cole para que al menos ellos sí aprendan estas tradiciones y vayan valorando otras costumbres que no son las suyas. Nuestra celebración será lo que ha sido hasta ahora el devenir de esta semana: estornudos, deberes, televisión, punto, comida y frío. Aun así, nos reservamos el derecho a fiesta hasta mañana, cuando puede que nos hagan otra foto a la tripa por dentro y veamos a baby Sara o Adrián (o Andrés, aun no está muy claro). Y para el sábado, día de reunión familiar, comida, comida, y más comida. Que el año de la rata sea más próspero que el que comenzó en nuestro calendario occidental. Yo, en vista del mes de enero que hemos tenido, me acojo al año lunar.
¿Qué hay al final del túnel? Quizá una luz, quizá una puerte que se abre. Alicia ya sabe qué es lo que hay, aunque ella ya no puede desandar el camino que recorrió el pasado martes para contárnoslo. Espero que allá donde haya llegado sepa que nos acordamos de ella. Que sepa que recuerdo sus rizos, los mismos que mi madre le planchaba, los mismos que cortaban y les ponían a las muñecas con las que jugaban. Que sepa que sé que ella era la que me llevaba a la guardería en aquel jeep, a lo Carlos Sáiz. Que sepa que la recuerdo sentada en un taburete en la cocina de mi madre, hablando mientras Conchi cocinaba. Que recuerdo su miedo a las serpientes, el día que por error yo hice la comunión en su boda cuando les llevaba las arras. Y que recuerdo con pena la última vez que la vi este mes de enero, porque fue la úlitma vez que la vi con vida. A pesar de ello, esta semana me he reunido en sueños con ella, y se la veía bien, muy tranquila, charlando con mis padres, con Ángel y conmigo. En mis sueños me despedí de ella como me hubiera gustado hacerlo de haber sabido que ya había empezado a caminar hacia el final del túnel.